miércoles, 25 de agosto de 2010

Sin verdad no hay periodismo (Agustín Villanueva)

  El pasado día 24 de enero se celebró la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, y algunos hemos recordado que el periodismo tiene plenitud de sentido sólo si es capaz de reconocer la verdad.

  Puede ser una vocación verdadera sólo si existe una verdad que es buena. Francisco de Sales tuvo la valentía de la mesura y de la franqueza en una época violenta (¿en qué época no existió la violencia?) y existe el coraje de la mesura, como existe la valentía de la verdad. Como señalaba Navarro Valls al recibir el premio ¿Bravo!: «La comunicación periodística no puede ser más que la transmisión de una experiencia que uno considera verdad, sin esa experiencia, no hay comunicación. Si no se cree que la comunicación es verdad, no hay periodismo, sino propaganda».
  En el periodismo, más aún que en otra profesión, es muy importante el sentido y el criterio ético del hombre. Mi maestro en tareas periodísticas, Luka Brajnovic, indicaba que el hombre tiene sentido de lo bello y de los feo, de la verdad y de la mentira, de lo vulgar y de lo sublime, de lo decente y de lo indecente. Pero en muchos casos no se sabe a ciencia cierta por qué una cosa es para él bella o por qué es verdadera o falsa.
  No sabe decir qué es la belleza y qué es la verdad. Pero tiene el sentido sobre ello y por eso formula a veces sus propias teorías, que no son resultados de su saber, sino únicamente de este sentido. El criterio ético pertenece a la voluntad y a la inteligencia y, como estas facultades no afectan a los sentidos físicos, es de naturaleza espiritual. Precisamente por esto somos conscientes de que no se debe obrar mal y de que tenemos que actuar bien. El periodista, el profesional que utiliza los medios de comunicación, debe tener claros y seguros los principios éticos, y no sólo por su propio bien, sino también por el bien de los demás. Ahí reside su responsabilidad de la que no se puede -no se debe- desprender mientras pretenda ser fiel a su vocación y a su labor profesional.
  La verdad periodística no es la verdad artística, sino una evidencia segura, una exactitud muy próxima o idéntica a la objetividad real. El cardenal Amigo Vallejo, el pasado día 24, pidió a los profesionales que se dedican a la información que sean mensajeros de la verdad y que «no se prostituyan» en el ejercicio de su labor. ¿En qué consiste esta gama de la verdad en relación con las distintas formas periodísticas? En que la exactitud próxima o idéntica a la objetividad real y la limpia intención del periodista de no falsear la información se enriquecen con los elementos secundarios que proporcionan a esta verdad esencial una mayor viveza, un mayor interés, un mejor gusto y una más expresiva argumentación y enjuiciamiento. No obstante, la médula de cualquier forma periodística sigue siendo la noticia. Pero el respeto a la verdad exige la rectificación de una noticia falsa. Los profesionales del periodismo, que hablaba Gunther Erbel, tienen en sus manos un «arma terrible» capaz de cambiar los ambientes, la sociedad y el mundo. Y para que este cambio no sea desastroso, hace falta que esta arma la tengan los hombres, los profesionales, que sepan emplearla para el bien, para la paz, para la prosperidad material y espiritual de las gentes y para la verdadera libertad y justicia para todos. Por ello se hace necesario que sean íntegros, justos y amantes de la verdad.
                                                                                                                     

1 comentario: